TEATRO DE LA PERTURBACIÓN: "QUEREMOS PERTURBAR AL PÚBLICO JOVEN Y DESPERTAR SU CURIOSIDAD ARTÍSTICA"
A.Algezares
Teatro de la Perturbación es una joven compañía nacida en el seno de la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia. Este fin de semana (viernes y sábado) presentan su obra Jon Säter. El Pacto, que acaba de ser premiada en la IV Semana Gótica de Madrid. Hablamos con Juan Rivas y Mónica Adán, padres de la criatura, sobre teatro, nuevas tecnologías, jóvenes y el papel de la cultura en la crisis.
Presentáis "Jon Säter. El Pacto" este fin de semana en Algezares. Sabemos que es una obra que versa sobre la muerte, o sobre cómo escapar de ella, y sobre el amor. ¿Qué más nos podéis contar de ella?
La obra es una adaptación de un texto que Mónica escribió durante sus estudios en la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia y que después hemos trabajado conjuntamente desde nuestro grupo Teatro de la Perturbación hasta llegar a lo que presentamos este fin de semana.
En ella Jon Säter pretende escapar de la muerte a través de un pacto por amor. La muerte y el pacto que el protagonista hace por amor son temas que conforman la base del texto sobre el que trabajamos, pero sobre todo son un pretexto para que a través de lo que el texto y sus ambientes nos quieren decir podamos construir un montaje que se adecue a la actual crisis -¡no podemos mover un camión con 3.500 kilos de material en estos tiempos! – sin dejar de impactar.
Todo lo que se ve en la obra ha surgido a través del proceso de ensayos e investigación. Los conceptos que aparecían en el texto son un inicio de algo que se ha construido a base de movimiento con bailarines, performers, combinando los recursos que traíamos de la escuela (el teatro físico y el de las imágenes) y el espacio sonoro que hemos desarrollado.
¿Cuál es la sensación que se busca evocar en el espectador? ¿Se trata de una reflexión sobre la soledad y la muerte o es una recreación más estética?
Hemos intentado recrear un ambiente en torno a la muerte con conexiones con la actualidad. Lo que queremos transmitir tiene que ver con la filosofía de la compañía: lo que queremos es perturbar, inquietar al público.
Claro, os llamáis Teatro de la Perturbación, pero ¿a quién queréis perturbar y con qué objetivo?
La finalidad es despertar al público, provocar cosas fuertes y moverle. A pesar de que Jon Säter. El Pacto se queda más en el ámbito de lo estético, todos nuestros trabajos tienen un sello personal que deja huella en los espectadores. La idea es despertar la crítica, provocar una reflexión a partir de las sensaciones vividas -en este caso sobre la muerte, el amor y lo grotesco-.
Queremos perturbar a cualquiera que venga al teatro -algunas de las reacciones que nos han contado vienen de personas mayores y eso nos gusta mucho-, pero sin embargo preferimos mover y despertar a la gente joven, que está muy dormida. Creemos que tenemos que despertar su curiosidad artística.
Llevar al público joven al teatro, no parece una tarea fácil. ¿Cuál es vuestro plan?
Los códigos que hemos utilizado para esta obra están más enfocados a un receptor joven, que está acostumbrado al lenguaje audiovisual de las nuevas tecnologías. El espacio sonoro de esta obra está muy trabajado, con muchos matices, lo cual es ideal para un público joven.
Es posible que una persona de mayor edad pueda sentirse presionada por el ambiente de Jon Säter hasta el punto de levantarse y abandonar la sala., en cambio un joven seguramente jamás lo haría y los 57 minutos que dura la obran le pasarían como un suspiro porque todos sus elementos -el código visual, plástico, sonoro, etc.- están dentro del lenguaje que entiende.
Estamos quizás enfocados a despertar esa generación que se ha despejado un poco del teatro. Las nuevas tecnologías han alejado un poco más, si cabe, al público joven del teatro, la danza y en general de todo lo que tiene lugar sobre un escenario.
Esa cuestión es muy interesante. Hay quien pudiera pensar que las TIC e Internet son un mundo muy alejado del teatro. Seguro que un grupo joven como el vuestro tiene una idea clara de cómo afecta al teatro que nos hayamos vuelto tan tecnológicos.
Ninguno de los trabajos de nuestro grupo supera los 60 minutos. Las nuevas tecnologías han acelerado todos los procesos posibles, lo que significa que nosotros tenemos que adaptarnos a los nuevo tiempos: fijarnos en qué necesita el público y dársela. En este sentido Jon Säter es una obra muy dinámica, que permite al espectador condensar todas las sensaciones en 60 minutos. Es muy difícil mantener a una persona sentada durante 90 o 120 minutos y que luego pueda hablar bien de tu trabajo.
Mezcláis elementos de la danza, del teatro, de las artes musicales y de las visuales. ¿Han dejado las artes de ser compartimentos estanco para relacionarse entre ellas para siempre?
Todos nuestros trabajos, de alguna u otra manera, llevan audiovisuales. Además, creemos totalmente en la multidisciplinariedad. Para esta obra hemos trabajado con todo el equipo de forma colectiva por primera vez, mostrándoles cuadros históricos y buscando qué ideas y qué posturas les parecían idóneas para llevarlas al escenario. Hemos aunado lo que ha surgido en ese proceso con el tema de la oscuridad y nos ha salido Jon Säter. El pacto.
Y en este mundo de multidisciplinariedad, ¿qué pueden aportar las artes escénicas al resto?
A veces quien tiene más prejuicios es el público, no los propios artistas. Si a nosotros nos llega un músico y nos pregunta qué podemos integrarle desde las artes escénicas a una de sus piezas pensamos en reforzarla, trabajando con el cuerpo y haciendo representativo lo que toca el músico. Creemos que en este sentido no hay limites.
Sólo nos limitamos a nivel técnico, sabiendo que estamos en crisis y que no podemos hacer un gran despliegue de medios. Eso lo tenemos muy presente. Además, los grupos de teatro menores tienen ahora una oportunidad: tienen más posibilidades de entrar a sitios.
Nosotros estamos enfocando el trabajo para hacer más cosas con menos recursos, redoblando el esfuerzo de pensar, trabajar con materiales, etc.
Hablando de crisis, ¿qué papel creéis que tiene la cultura en su tránsito?
Para muchos es la salvación. Quizás por eso se nos tiene miedo desde el poder, porque la cultura es el vehículo por el que podemos expresar todo lo que nos está pasando y luchar. Es una forma de luchar. La cultura a menudo ha sido un catalizador de los cambios, a pesar de la censura. ¡Es fundamental para abrir las mentes!
Carlos Albaladejo