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UN TEATRO QUE SE ABRE, DIEZ CÁRCELES QUE SE CIERRAN

A.Beniaján

El pasado 28 de marzo, en el marco de la XVII edición del Festival de Teatro Edmundo Chacour, tuvo lugar en el Auditorio de Beniaján la esperada mesa redonda que, anualmente y dentro de dicha programación, brinda a entendidos y al público en general la oportunidad de profundizar en la figura del dramaturgo argentino y poner énfasis en aspectos de su vida y su legado. Esta vez, los ponentes de la mesa se centraron en Chacour como escritor y crítico teatral, faceta manifestada especialmente a través de los artículos y textos que publicó en las páginas del desaparecido Diario16. Una cuidada selección de todos ellos quedaron recogidos en el libro "Arenas que la Vida se Llevó", testamento literario de Edmundo que vio la luz en 1998, dos años antes de su muerte, y del que se leyeron algunos fragmentos como arranque del acto.

La mesa, moderada por Manoli Sevilla, estuvo compuesta en esta edición por José Cantabella, Francisco Torres Monreal, José Antonio Montesinos y Javier Orrico, personas todas ellas muy vinculadas a la trayectoria periodística de Chacour y que mantuvieron con él una estrecha amistad hasta el final de sus días. La cercanía al autor se puso de relieve desde el primer momento, creando una atmósfera cargada de complicidad y de emociones compartidas que pudo respirar el público asistente.

"Edmundo escribía tal y como hablaba", fue una de las afirmaciones que intercambiaron los participantes, en referencia al lenguaje tan característico que rezuman sus artículos. En realidad, la manera de hablar y de redactar de Chacour era en sí pura creación literaria, genuina e inconfundible, condimentada con esa teatralidad natural con la que tildaba cada ademán, cada frase. También se incidió en el contenido pedagógico de todos sus escritos, en los que con insistencia apostaba por la tan necesaria inclusión del teatro en las aulas como un eje que aglutina el acercamiento del alumnado no sólo a los clásicos, a la literatura y a la escenificación, sino también al diseño artístico de decorados y vestuarios, o al aparato técnico que implica toda producción: una formación total que fomenta además el compañerismo, el reparto de responsabilidades y el reconocimiento mutuo. Chacour entendía la práctica teatral como una redención, tal y como contó Manoli Sevilla recordando las vivencias de juventud del propio artista en su Argentina natal, cuando él mismo descubrió en el escenario la respuesta a sus inquietudes adolescentes. "Un teatro que se abre, un telón que se levanta, créanme, son diez cárceles que se cierran", llegó a escribir en uno de sus artículos, ensalzando la importancia de esas fábricas de sueños como forjadoras de ciudadanos capaces de construir una sociedad mejor.

Esa idea de Edmundo de fomentar el teatro como escuela de valores, desde la infancia y la juventud, fue lo que puso en práctica en Beniaján, su pueblo de adopción, hace ahora exactamente 40 años. Su legado sigue vivo y se prolonga desde entonces como una obra permanente en la que nunca cae el telón, liderada además por una compañía que sigue teniendo su hogar en el Auditorio beniajanense. Una calle aledaña a este equipamiento municipal también ostenta su nombre. De aquella revolución son hoy testimonio decenas de actrices y actores que han hecho del teatro su forma de vida, pero también lo es ese amor por las artes escénicas con que Edmundo supo impregnar a las gentes de este rincón de la Cordillera Sur. Larga vida al teatro en Beniaján, y eterna la gratitud de todo un pueblo al inmenso Edmundo Chacour.


Gabriel Nicolás